lunes, 26 de octubre de 2015

(28/JULIO/2015) RÍO BOROSA: CAZORLA EN ESTADO PURO

CRÓNICA CAZORLEÑA: Siguiendo con las actividades senderistas veraniegas, esta vez tuvimos oportunidad mi hijo Jose Manuel y yo mismo de realizar una clásica ruta por la magnífica Sierra de Cazorla, incluida en el Parque Natural de Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Esta ruta es la del Río Borosa y nuestra idea era hacerla completa (unos 22 km aunque creo que fue algo más larga), desde la piscifactoría hasta la Laguna de Valdeazores. No obstante, completo es un adjetivo virtual en Cazorla porque allí nada se acaba, llegues donde llegues siempre hay posibilidad de continuar más allá, buscando nuevos retos. La fecha elegida coincidía con un martes, previendo menos afluencia de público para un sendero calificado como el más espectacular y vistoso de Cazorla por lo variado y singular de su recorrido.

CARTEL DEL RECORRIDO: IDA Y VUELTA HASTA VALDEAZORES SON 22 KM

En Arroyofrío, nuestro “campo base”, nos avituallamos debidamente para pasar un buen día de ejercicio y disfrute. Con el coche nos desplazamos a la Torre del Vinagre y, tras coger la indicación a la derecha, justo enfrente de la Torre, nos dirigimos hacia la piscifactoría del río Borosa, estacionando en un enorme aparcamiento preparado para estos menesteres. No había demasiados coches, era relativamente temprano (10:15 h) y un día entre semana, así que no hubo ningún problema en elegir sitio, pensando en que la sombra protegiese nuestro coche. El día iba a ser caluroso, como todos los de ese mes de julio de 2015.

UN SUBAFLUENTE DEL BOROSA, CON EL PLIEGUE EN FORMA DE "U"

Con nuestros bastones, la crema solar echada y nuestras mochilas empezamos nuestra ruta. Cambiamos el agua que llevábamos por la de una fuente justo saliendo del aparcamiento, muy fresquita y “buena” y ¡¡¡hala!!! a andar. Comenzamos a buen ritmo, con paradas para las primeras fotos. Una pista ancha nos conducía por la izquierda del río Borosa según se sube; este río, afluente del Guadalquivir, presentaba un cauce curioso para la época del año en que estábamos e incluso tenía algún subafluente que lo surtía con más agua aun. El ruido del agua, el relativo silencio de la sierra y la temperatura aun agradable nos confortaban y relajaban, incitándonos a seguir andando. Poco a poco, conforme el río se iba encajonando, el camino se estrechaba un poco pero seguía siendo perfecto y básicamente llano; gracias a los carteles descubrimos pliegues de las rocas muy evidentes que me retrotraían al instituto, a la asignatura de Geología. Allí estaban esos pliegues como símbolo de las enormes fuerzas de presión sobre las rocas y de la conformación de estas sierras.

LA CERRADA DE ELÍAS

Al rato alcanzamos el camino volandero de la Cerrada de Elías, esas pasarelas de madera que te conducen por encima del cauce del Borosa y en las que se acumulaba bastante gente, deseosas de gozar de un lugar umbrío y fresco, con el rún rún del río a sus pies. JM y yo nos dimos cuenta de que había mucho chancleteo y mucho bañador, no parecía que el personal estuviera muy preparado para marchar por la sierra. Efectivamente, tras pasar este espectacular pasadizo por el cañón del Borosa, tras unos 4 km de ruta, de pronto nos vimos solos caminando hacia nuestro siguiente punto de destino, la Central Hidroeléctrica. El camino sí se empinaba un poco pero eran cuestas tendidas en una pista forestal muy ancha, así que nuestro ritmo era bueno.

Paramos en esta humilde fuentecita para refrescarnos y aprovisionarnos de agua y continuamos a buen paso hasta alcanzar, ya sí, la Central. El cartel lo dejaba bien claro: 4 km a la Laguna de Valdeazores, nuestro destino final en esta excursión lineal, de ida y vuelta. Nos reaprovisionamos en la fuente de la Central y, esta vez sí, el camino se transformaba en una senda de cabras (y había unas pocas) que ganaba altura rápidamente, zigzagueando por las paredes de un cada vez más encajonado Borosa. 
 
El río iba quedando a nuestra derecha, allá abajo, bien lejos, y a nuestra izquierda unas enormes paredes limitaban nuestra visión. Subíamos y subíamos, de vez en cuando nos cruzábamos con alguien (“ya os queda poco” decía alguno) y el paisaje cada vez era más agreste y más serrano si se puede afirmar tal cosa. Llegamos al llamado Salto de los Órganos pero, al ser verano, era un saltito por el hilillo de agua que caía en lo que, en época de lluvias, debe ser una hermosa y alta cascada. 

 
ENTRADA AL TÚNEL CON EL CANAL DE LA CENTRAL A LA IZQUIERDA
Arriba se veían unos túneles y estaba claro que nos tocaría pasar por allí; subimos aun más por la falda de la montaña horadada y, al fin, descubrimos la entrada del túnel por el que deberíamos pasar. Por su interior transcurría un canal que llevaba agua para el salto de la Central, para generar energía eléctrica; en el borde derecho del canal estaba el estrecho y a veces oscuro sendero (con una barandilla, menos mal) por el que debíamos atravesar la montaña. 
 
VENTANA EXCAVADA EN LA ROCA PARA QUE ENTRASE LUZ EN EL TÚNEL
Con nuestra linterna avanzamos por esta simpar y original estructura (cada x metros había ventanucos horadados en la montaña que dejaban entrar la claridad de fuera) hasta desembocar, tras salir al aire libre, unos cientos de metros después, en la Laguna de Aguas Negras. Esta Laguna no deja de ser una presa construida en el Borosa desde la que se canaliza el agua hacia los túneles para dirigirla hacia la Central Hidroeléctrica; todo ello evidentemente forma parte de la antropización del paisaje. Eso sí, de agua negra nada; era un verde turquesa, espectacular y prodigioso, con una tonalidad que no te dejaba apartar los ojos, casi hipnótica. Las montañas la rodeaban y eso le proporcionaba más encanto.

LAGUNA DE AGUAS NEGRAS

Por error, todo hay que decirlo, giramos a la izquierda de la Laguna de Aguas Negras y llegamos, unos doscientos metros después, al nacimiento del río Borosa. Se puede calificar como simple pero extraordinario a la vez, tratándose de una región seca como la nuestra y en pleno estío; el líquido elemento brotaba en la base de un pequeño circo de piedra, rodeado de algunas encinas. Daban ganas de meterse en esa agua tan cristalina y helada para purificarte pero nos “contuvimos”, tampoco era plan de ponerse allí en bolas o calzoncillos aunque no hubiese nadie. Además un cartelón al inicio de la ruta ya indicaba que estaba prohibido el baño en toda la cuenca del río Borosa y eso había que respetarlo. Picamos algo y de vuelta a la Laguna de Aguas Negras para atravesar la presa y, esta vez sí, a la izquierda tomar el camino que, en un km nos llevaría a la segunda Laguna del día, la de Valdeazores.

NACIMIENTO DEL RÍO BOROSA

Si la primera Laguna era una presa, ¿por qué la segunda iba a ser distinto? Efectivamente, esta vez era una represa la que formaba la Laguna de Valdeazores en el arroyo homónimo, antes de dejar correr el agua hacia la Laguna de Aguas Negras. No obstante, ese pequeño detalle no menoscababa un ápice la espectacularidad y grandiosidad de esta solitaria Laguna de Valdeazores que, en ciertos momentos, recordaba la Laguna Negra soriana. 
LAGUNA DE VALDEAZORES

Bajamos hasta la orilla y descubrimos la muda de una serpiente y es que a veces se nos olvida que estamos en entornos naturales y que, aparte de los bichos humanos, están los otros también. Tras las clásicas fotos decidimos iniciar la vuelta tras unos 11 km; descubrimos también que, siguiendo la pista forestal, seguramente llegaríamos a algún sitio, lo que luego confirmé en internet. Es decir, este sendero se puede transformar en lineal sin vuelta aunque el problema, como siempre, es ¿quién te espera y recoge en el otro extremo? ¿quién, quién? Ja ja ja. De todos modos la vuelta merecía la pena por lo bonito, original y, sobre todo, porque iríamos cuesta abajo tras la subida desde la Central hasta las Lagunas.
BELLA LAGUNA DE VALDEAZORES
Tras dejar la Laguna de Valdeazores llegamos a la Laguna de Aguas Negras y se imponía el almuerzo en condiciones del día, ya eran las 15:30. Tras preparar nuestros bocadillos nos dispusimos a comer en un paraje idílico, a la sombra de un bosquecillo de ribera que nos protegía de ese día caluroso. Valga como ejemplo la foto del lugar:


LO DICHO, IDÍLICA Y ALGO MISTERIOSA LAGUNA DE AGUAS NEGRAS
Tras reparar fuerzas reanudamos la marcha. Dejamos atrás la Laguna, la presa, los túneles y bajamos hacia la Central, con un calor elevado pero no atosigante que para eso somos sevillanos ja ja ja . Eso sí, el agua se nos acabó y salvo un leve refresco en una pared que rezumaba el líquido elemento no encontramos nada más aunque sabíamos que en la Central nos esperaba un buen caño de agua.



Allí bebimos, nos mojamos de arriba a abajo y espantamos un par de cabras que querían compartir con nosotros este relax merecido. Ya rehidratados nos dirigimos hacia la Cerrada de Elías, volviendo a parar en la fuentecilla previa a llegar, toda agua era poca.

En este  momento de la ruta comenzaba lo que menos me gustó del día: el chancleteo y los bañadores e incluso neoprenos de por la mañana se habían transformado en gente, mucha gente, solazándose al sol y bañándose a cuerpo gentil en el río Borosa. Un auténtico Aquopolis. Llegamos a la Cerrada y aumentaba el número de bañistas. La gente seguía llegando en chancletas, con niños pequeños, abuelas, neveras y demás buscando el mejor sitio. Ni en Benidorm. Incluso alguno nos preguntó si quedaba mucho para la Cerrada una vez atravesamos ésta, yendo con toda la familia detrás para la particular piscina natural en la que se transforma el Borosa en verano. El cartel de prohibido que habíamos visto por la mañana era bien grande pero si no hay vigilancia no hay cumplimiento de normas, al menos aquí...
DE VUELTA POR LA CERRADA DE ELÍAS
Bañistas aparte, nosotros continuamos a lo que íbamos y sobre las 19:15 h llegamos a nuestro coche tras 9 horas de ruta y descansos. 

Una excursión preciosa, refrescante en medio de un verano sofocante, que en épocas húmedas debe ser aun más fantástica y además seguro que nadie da voces ni lo estropea mojándose los cataplines...

Y aquí la foto de los grandes héroes de la jornada, recortados en silueta je je je...


INFORMACIÓN BÁSICA SOBRE LAS FUENTES QUE SE PUEDEN ENCONTRAR EN LA RUTA (igual hay alguna más):
  1. Saliendo del aparcamiento de la piscifactoría.
  2. Enorme fuente tras 1,5 ó 2 km andando.
  3. Fuentes casi escondidas al principio de la Cerrada de Elías, a la derecha según se sube, con caños muy débiles.
  4. Fuente a la derecha tras finalizar la Cerrada de Elías camino de la Central Hidroeléctrica, a unos 1,5 - 2 km tras terminar la Cerrada.
  5. Fuente al lado de la propia Central Hidroeléctrica.
  6. A partir de este punto no hay ninguna fuente más aunque se puede coger agua en el propio nacimiento del río Borosa en caso de necesidad y seguro que está magnífica.
Jose Manuel

lunes, 19 de octubre de 2015

13/JULIO/2015: CRÓNICA DE UNA SUBIDA ANUNCIADA (MULHACÉN, 3.479 m)

CRÓNICA VERANIEGA: en un verano algo atípico me planteaba una serie de objetivos que cumplir, entre los que se encontraba subir a la cima más alta de la Península Ibérica. Hace 4 años no pudo ser, en 2014 tampoco y éste era el año. Tras leer mucho y algunas cosas realmente buenas y partiendo de mis experiencias anteriores en Sierra Nevada, decidimos "atacar" la cumbre por su lado más clásico, desde Capileira. La fecha elegida era el 13 de julio, un lunes, que nos evitaría ir en una romería hacia arriba al eludir el fin de semana y que seguramente nos garantizaría una plaza en el microbus del Servicio de Interpretación de las Altas Cumbres de Sierra Nevada que, desde Capileira, te deja en el Alto del Chorrillo, a 2.690 m de altitud, facilitándote enormemente la tarea. 

JA JA JA, expresado con sorna y lentamente. Llamé con 10 días de antelación y me anunciaron, para mi horror y desazón más absolutos, que de plazas libres nada de nada, todo ocupado. "¿No le interesan otras fechas?" me preguntaron, con los hoteles ya reservados...A partir de ahí como loco a buscar opiniones sobre la dureza de subir desde la Hoya del Portillo, límite hasta el cual se puede llegar con vehículo propio (2.125 m de altitud y a 6,5 km del Alto del Chorrillo a los que había que añadir la vuelta, otros 6,5 km, más la subida al Mulhacén, claro). Lo explico mejor a continuación:

Desde Capileira subes con el coche a la Hoya del Portillo (13 km de pista forestal regular). 

A partir de la barrera y andando son las siguientes distancias:

Hoya del Portillo (2.150m) - Alto del Chorrillo (2.690 m) = 6,5 km
Alto del Chorrillo (2.690 m) - Mulhacén (3.479 m) = 6,2 km
Mulhacén (3.479 m) - Alto del Chorrillo (2.690 m) = 6,2 km
Alto del Chorrillo (2.690 m) - Hoya del Portillo (2.150m)= 6,5 km

La subida y la bajada se nos ponían en unos acogotantes 25,4 km. Impactado me quedé. Leyendo descubrí gente que directamente había prescindido del autobús y, en unas 8 horas e incluso menos, habían logrado el objetivo (aunque viendo sus fotos, como que los veía preparados para estas subidas). La ventaja es que no dependeríamos del autobús, ni para subir, ni para bajar. Las desventajas, como se puede ver, muchas: el incremento de la distancia a caminar (13 km más), el tener que cargar con más agua (ni una mísera fuente en todo el camino, estábamos avisados) y el tener que subir con mi coche por una pista forestal durante esos 13 km (y bajarlos luego con el cansancio acumulado). Pero quién dijo miedo, nosotros no y decidimos afrontarlo con ganas e ilusión.

VIRGEN DE LAS NIEVES. VELETA EN EL "TRIÁNGULO"
El sábado 11 de julio, para entrenar, Marta y yo nos marcamos una más que clásica subida al Veleta (3.392 m) desde la Hoya de la Mora (2.500 m). No por eso deja de tener su dureza esta subida; la carretera siempre te puede echar una mano pero el aire enrarecido y el esfuerzo de subir un desnivel de casi 900 m te obliga a dar lo mejor de ti mismo. La hicimos a buen ritmo, no hacía mucho viento, nos tomamos nuestras viandas en plena cumbre (con decenas de personas más) y bajamos convencidos de que el Mulhacén también sería nuestro.

 





VÉRTICE GEODÉSICO DEL VELETA (3392 M). AL FONDO MULHACÉN Y A LA IZQDA. ALCAZABA





  
Y llegó el día D (13 de julio) y la hora H. Esto último es un decir porque siempre nos pasa lo mismo; intentamos salir a una hora pero no hay forma, nunca cumplimos. Estábamos alojados en Bubión y tiramos para arriba con el coche, atravesamos Capileira y pronto estábamos enfilando la pista forestal camino de la Hoya del Portillo. La subida tenía su aquél; algunos profundos surcos me obligaban a ir haciendo eses continuamente y hasta llegué a tocar con los bajos en alguna ocasión para mi mayor dolor y traspaso ja ja ja, como se denominan algunas cofradías. Desde luego por la velocidad a la que iba aquello era una auténtica estación de penitencia. Menos mal que fue una cosa leve y supuse que no le haría nada grave al coche, como así sucedió.

Por fin arribamos a la Hoya del Portillo y estacionamos el vehículo. Nos echamos la protección solar ya que el día prometía (este mes de julio fue calurosísimo y ese día hizo honor a esa temperatura febril), cogimos nuestros bastones y cargamos con nuestras mochilas, llevando 3,5 l de agua cada uno y las correspondientes provisiones para afrontar un día duro.

            ¡¡¡ A las 10:45 h empezamos a caminar !!! Un poco tarde, cualquier montañero que se precie está casi volviendo a esa hora y nosotros iniciábamos la marcha ja ja ja. Por supuesto no había nadie, el silencio nos envolvía. El camino sale tras la garita de la barrera y atraviesa un bosque de pinos, en continua subida, accesible. Esa parte, sombreada, está muy bien, el camino aparece muy marcado y no tiene pérdida alguna. Ese bosque se acaba y de pronto
"chocas" con la grandiosidad de los espacios abiertos de esta zona sur de Sierra Nevada. Sigues un cortafuegos a la derecha y llegas hasta el Mirador de Puerto Molina, con un montón de carteles que te indican los nombres de las cumbres que te rodean y desde el que se vislumbra el mar Mediterráneo, allá a lo lejos, y África en los días claros. Por aquí pasa la pista que sale de la Hoya del Portillo y conduce hasta el Alto del Chorrillo, nuestro objetivo intermedio antes de encarar la subida al Mulhacén. En todo el camino anterior no nos encontramos con nadie y aquí seguíamos solos. El sol ya apretaba y ese viento tan típico de la zona no aparecía por ningún lado, había una auténtica calma chicha, algo inaudito a tenor de las experiencias leídas en distintas WEBs y la mía propia en otras subidas en Sierra Nevada.


CAMINO POR CASCAJAR NEGRO Y VÉRTICE PRADO LLANO
EL FAMOSO CARRIL DE SUBIDA HACIA EL ALTO DEL CHORRILLO
Aquí vino nuestra variante particular de la ruta y que apenas he encontrado en otras experiencias de subida. Enfrente del Mirador de Puerto Molina salía una vereda marcada que nosotros decidimos seguir; la mayor parte de los senderistas continúan por el carril forestal hacia el Alto del Chorrillo pero nos dio la sensación de que daba demasiado rodeo y, en cierto modo, apostamos por esa vereda, que también tenía sus hitos de piedra y que ofrecía buena pinta. Acertamos de pleno; atravesamos, en ligera y continua subida, una meseta "aborregada" por esos matorrales tan típicos de la desolada Sierra Nevada, con vistas a la zona sur del Veleta y descubrimos un vértice geodésico que, hasta entonces, ni había oído nombrar (Prado Llano, 2.578 m). Le tenía que haber hecho una foto, dita sea!!! Como aun no me fiaba miraba de reojo a mi derecha para ver si veía el carril de subida que habíamos abandonado y ¡¡¡bingo!!! vi el techo del dichoso microbús verde a lo lejos, subiendo por la pista. Menos mal, íbamos por el camino correcto. Al fin y al cabo, no somos senderistas expertos ni montañeros avezados pero sí intentamos ser prudentes, al menos eso. Más adelante este camino pedregoso y desolado pero a la vez magnífico y abierto al cielo topaba con el carril para enfilar el aun lejano Alto del Chorrillo. Y llegamos, por fin, a nuestro virtual inicio si hubiésemos pillado plaza en el deseado microbús.
Aquí nos tocó hacer la primera parada del día para reponer líquidos, tomar algo y descansar tras los 6 km de subida. Me asomé al mirador de Trevélez y ¡¡¡por fin!!! vimos a alguien. En este caso un señor francés jadeante, sudoroso, encorvado y con una pinta de estar pasándolo regular por aquellas montañas. Nos dio a entender que iba hacia Trevélez habiendo salido del Refugio Poqueira y, antes de que tuviésemos oportunidad de ofrecerle agua o comida, desapareció como alma que lleva el diablo bajando hacia Trevélez, creo que buscando un aire algo más rico en oxígeno (o
TREVÉLEZ ALLÍ, A LO LEJOS, EN SU VALLE
un buen plato de jamón, vete a saber).

Tras el descanso, la continuación. Unos cuantos metros más adelante se abandona definitivamente el carril y se coge un camino bien marcado a la derecha que, por la loma del Mulhacén, nos conduce directamente a la cima. A estas alturas de la excursión y nunca mejor dicho, el tan temido y habitual viento seguía sin aparecer, fresco no hacía ninguno y la romería que siempre comentan en las distintas WEB's tampoco existía. De hecho en la siguiente foto no
se vislumbra a nadie salvo a Marta y ahí llevábamos ya un buen trecho de subida. Ese camino pronto se transformó en un continuo zigzagueo de subida, bien marcado con hitos de piedras como el que se aprecia en la misma foto en un primer plano.



Y ese zigzagueo por encima de los 3000 m cansa, el aire se enrarece, la subida agota y la cima cada vez parece más lejana. Pero con fuerza de voluntad se llega y el techo de la península está tan cerca que se te olvida el cansancio acumulado. Miras a tu izquierda y oteas la cima que hollaste hace tan sólo dos días, por fin tienes la oportunidad de ver el Veleta desde una perspectiva distinta y descubrir la laguna de la Caldera, como si un enorme meteorito hubiera caído hace un rato y la crease arrancando el agua a la montaña.

Y cuando por fin te topas con el vértice geodésico del falso Mulhacén o Mulhacén II ya sabes que la cumbre será tuya. Falta muy poco y el vértice geodésico del único y original Mulhacén está allí al fondo, esperándote, junto con algunas cabras y, esta vez sí, cuatro o cinco personas.
CUMBRE DEL MULHACÉN, CON VÉRTICE GEODÉSICO AL FONDO (3478 M)
Y por fin, a las 15:45 horas hicimos cumbre. Cinco horas entre paradas y caminata desde que dejamos el coche, unos 12 km y pico después. Lo alucinante: seguíamos en manga corta, nada de viento, ni frío, ni calor. Algo excepcional para esta cima peninsular. El que hubiera gente arriba nos vino bien para la clásica y típica foto en la cumbre; por cierto, nadie me había dicho que era necesario trepar un poco. Esto se lo callan ja ja ja, y encima con la "caidita" que hay detrás, algo que acogota un poco.



Las vistas pues se pueden imaginar, además en un día luminoso como aquel. Por fin vislumbraba la Laguna de la Mosca, la zona de Siete Lagunas, la Alcazaba a tiro de piedra, etc.



Allí estábamos, por fin, descansando y observando algunas cabras que eran las únicas que se quedaron para hacernos compañía porque los "humanos" desaparecieron. ¿¿¿ Todos se fueron ??? No. No señor. Apareció un señor equipado con lo justo (nada de mochila de última generación, ni de camiseta técnica, ni de goretex) que, aprovechando que andábamos por allí y que llevaba todo el día solo, empezó a hablar: 64 años creo recordar, había subido ese mismo día el Mulhacén desde el refugio de la Caldera, bajado a Siete Lagunas, subido por la loma a la Alcazaba, bajado nuevamente a Siete Lagunas y subido otra vez al Mulhacén, hallándonos a nosotros allí. Un superhombre nevadensis, auténticamente envidiable. Qué tío, nada que ver con el pobre francés jadeante y casi pidiendo la extrema unción. 
 
En fin, este auténtico macho ibérico se largó y ya sí, las cabras y nosotros dos nos adueñamos de la cumbre del Mulhacén, para nosotros solos. Comimos plácidamente, con el sol picando y arrepintiéndonos de haber cargado con el forro polar y el gorro de lana para nada. A las 16:45 h abandonamos la cima, era hora de volver, muy tarde incluso según los expertos, pero el camino era el mismo que a la ida y si nos perdíamos siempre podríamos seguir el carril hacia Capileira y ya está. Sin embargo, no todo es tan fácil, siempre hay que ser prudentes y calcular los horarios dejando un margen más que razonable. Lo digo con conocimiento de causa; tras pasar en la bajada el Mulhacén II nos despistamos siguiendo los hitos y, de pronto, nos vimos abocados a un camino abrupto y peligroso que se dirigía hacia un cortado y, en un momento determinado, casi no podíamos avanzar pero no queríamos retroceder y cansarnos más. Paramos, razonamos debidamente y optamos por lo más conveniente y prudente: reconocer el error, volver sobre nuestros pasos  y buscar nuestro camino original. Aquello nos costó 20 minutos pero fue lo mejor; localizamos los hitos de piedra de nuestro camino de subida y de bajada y a partir de ahí decidimos acelerar algo el paso, sin paradas para que la noche no nos pillase, dejando un margen por si volvíamos a equivocarnos. No hubo más errores y la vuelta, a buen ritmo, transcurrió bien, llegando a la Hoya del Portillo a las 20:45 h. Por el camino pasamos junto al microbús que esperaba a algún excursionista despistado en el Alto del Chorrillo y me dio la impresión de que creían que éramos nosotros; cuando pasamos a su lado estuve tentado de decir que nos llevasen hasta nuestro coche pero no. La satisfacción de acabar donde empezamos sería nuestra.

En definitiva, una super excursión larga y cansada, con ese kilometraje que le añadió el no disponer del microbús de subida, pero que disfrutamos plenamente y que considero accesible, contando con la ventaja de que no hizo viento y el tiempo nos acompañó tanto subiendo como bajando. Bonita subida que te satisface por el logro obtenido, como nos relataba ese superhombre cuyo nombre no sabemos pero que es todo un ejemplo a seguir.