RESULTADO: 7-4 (VICTORIA BLANCA)
CRÓNICA: Sevilla, sábado, nueve de la mañana. A partir de esa hora se desata el diluvio universal y el que esto escribe, impávido, asiste desde su ventana al espectáculo del agua que se precipita desde nubes oscuras hacia el suelo y choca con un terreno incapaz de absorberla. “Da igual”, pienso, “en el BW nos veremos y aunque siga lloviendo jugaremos”. Y efectivamente, así fue, 10, fuimos 10 los que nos presentamos dispuestos a todo y a dar lo mejor de nosotros mismos por nuestros colores (nunca mejor dicho, porque excepto los de blanco el resto vestimos como nos parece, eso sí, sin coincidir en colores que ir conjuntaditos con los demás es de mariposones). Éramos 10, a las 10 de la mañana (esto último es un decir, una licencia poética dada nuestra impuntualidad de la que pocos escapan). Lo de 10 me recuerda a un libro que se titulaba precisamente “Eran 10” de un tal Konsalik y que narraba las aventuras y sobre todo desventuras de 10 comandos alemanes que pretendían asesinar a Stalin durante la IIGM; aquellos tíos le echaban arrestos (por no decir huevos) al tema y se jugaban el tipo en territorio enemigo, igual que todos nosotros nos jugamos el tipo en el BW cada sábado y especialmente este último. En fin, me dan ganas de darle cierto tinte bélico a esta crónica y me parece que lo voy a hacer, para eso la escribo yo y además creo que es acorde con lo experimentado el sábado pasado.
Tras apartar el agua que pudimos de los charcos empezamos nuestro peculiar partido, nada de cambios esta vez y sí más huecos para jugar dado que éramos sólo 10. Y nada más comenzar los blancos literalmente fueron a por el partido aprovechando que Jucho cumplía con el primer turno de portero coloreado; no contaban con su pundonor y colocación, ayudado por una defensa férrea a su alrededor, que logró contener la avalancha blanca de los primeros 10 minutos. Tras ese turno los coloreados nos estiramos un poco y las oportunidades menudearon en ambas porterías pero esta vez sí marcaron los blancos aprovechando un balón que todos creíamos se perdía por el fondo pero Emilio, con su nuevo aspecto sílfico (de sílfide, no de sifilítico, cuidado que no es lo mismo), alcanzó el balón, centró, dio en el palo y un blanco aprovechó el rebote para marcar. A ese gol se sumó otro más al poco tiempo, parecía que encarrilaban la victoria pero una buena jugada coloreada con remate fuerte cruzado de Dani supuso el 2-1 que devolvía la esperanza a los coloreados de mejorar el resultado. En esas estábamos cuando ocurrió lo que suele pasar cuando somos 10: Jucho se lesionó en un muslo, los masajes que le dimos con todo el mimo del mundo no lograron recuperarlo y tuvo que volver a ocupar su puesto de portero. Particularmente creo, aparte de los méritos blancos, que los tuvieron y demostraron, que este desgraciado infortunio mediatizó el resto del partido (y aun quedaba mucho partido, la mitad de la primera parte y toda la segunda). ¿Por qué lo afirmo? Pues porque a partir de ese momento tuvimos que tejer una red numantina o saguntina alrededor de nuestra portería, nuestro objetivo era evitar que los blanquecinos tiraran a puerta ya que nuestro portero estaba capitidisminuido. Con esa actitud tuvimos que desentendernos del ataque, quedarnos alguno siempre atrás cuando adelantábamos líneas para abortar posibles contragolpes blancos que nuestro portero no estaba en condiciones de afrontar puesto que casi no podía moverse. Los blancos marcaron dos goles más, los coloreados no tuvimos esa suerte o, mejor dicho, no acertamos con las oportunidades que tuvimos y finalizó la primera parte con un 4-1 que pesaba como una losa del Valle de los Caídos en el ánimo coloreado.
La segunda parte trae a mi memoria la gesta espartana en el paso de las Termópilas (bueno, lo que uno se crea, que la historia la escribieron ellos y no los persas. Para más información se recomienda la lectura del libro “Las puertas de fuego” –no recuerdo el autor- y, algo menos recomendable, la visión de la película de estética de gimnasio gay “300”). La portería coloreada se transformó en ese conocido paso y el equipo coloreado, con sus particulares espartanos encabezados por Jucho, cual Leonidas redivivo, blandió sus imaginarios escudos marcados con la lambda ante los malvados y blanquecinos persas que querían seguir haciendo sangre en el lacerado cuerpo de nuestro insigne portero. Los ataques desaforados blancos fueron detenidos y, ante la sorpresa de los persas blanqueados, hubo un contraataque espartano que, en un par de minutos, dejó el marcador en un esperanzador 4-3, tras la consecución por Albert de un par de goles en buenas jugadas con Luis y Dani. Pero el equipo coloreado estaba herido de muerte desde hacía muchos minutos, los maliciosos persas blanqueados ya habían encontrado el paso traicionero a través de las montañas y un tiro lejano y fuerte de Fernando aumentó su ventaja que se vio incrementada con otro gol más. Aun así Dani pegó un tirazo impresionante desde medio campo que el portero blanco no logró detener con sus manitas (algún reproche le cayó encima en forma de bocinazo), era un 6-4 que no supuso mucho cambio dado que poco después los blancos establecían el 7-4 definitivo.
Y ya está bien, que vaya hartura de escribir que me estoy pegando. Sólo quiero recordarle a los malvados persas blanqueados que, al año siguiente, Jerjes y sus miles de hombres cayeron ante una coalición griega en Platea y que los escudos con las lambdas encabezaban el ejército griego, de múltiples colores...menos el blanco. Y la historia siempre se repite...
INCIDENCIAS: lluvia intensa y copiosa justo la hora antes del partido y después de acabar, pero no durante el mismo, lo cual no sé a quién agradecérselo (seguro que alguien lo tendrá más claro). Campo encharcado para nuestra sorpresa (seguramente incapaz de absorber más agua tras tanta lluvia monzónica); Eduardo se hizo con un escobón y entre todos extendimos el agua de las zonas encharcadas y pudimos empezar nuestro partido sin mayor peligro. Ariadna, la única chiquilla que fue por allí, remató la faena limpiando el agua de las bandas mientras jugábamos, le sirvió de entretenimiento y a nosotros nos vino muy bien y se lo agradecimos, seguro que el resto de niños si hubieran ido también hubieran disfrutado con ese “juego especial” (hubieran acabado peleándose por coger el escobón...). Del agua caliente ni “flowers”, aun no está autorizada la instalación por industria, me dijeron que igual esta semana, pero conociendo como trabaja la administración, no me creo mucho. Esperamos la pronta recuperación de Jucho-Leónidas y que nos vuelva a deleitar con sus carreras. Ah! y en La Viña es verme el calvo bigotón y atenderme rápido, espero que siga así por mucho tiempo.
JUGADORES BLANCOS: Eduardo, Emilio Lora, Fernando, Álvaro y Fran Patricio.
JUGADORES COLOR: Jucho, Dani Gaume, Albert, Luis y yo mismo.
CÓMPUTO TEMPORADA 2009-2010: 7 VICTORIAS COLOR, 7 VICTORIAS BLANCAS, 1 EMPATE.
Jose Manuel.
CRÓNICA: Sevilla, sábado, nueve de la mañana. A partir de esa hora se desata el diluvio universal y el que esto escribe, impávido, asiste desde su ventana al espectáculo del agua que se precipita desde nubes oscuras hacia el suelo y choca con un terreno incapaz de absorberla. “Da igual”, pienso, “en el BW nos veremos y aunque siga lloviendo jugaremos”. Y efectivamente, así fue, 10, fuimos 10 los que nos presentamos dispuestos a todo y a dar lo mejor de nosotros mismos por nuestros colores (nunca mejor dicho, porque excepto los de blanco el resto vestimos como nos parece, eso sí, sin coincidir en colores que ir conjuntaditos con los demás es de mariposones). Éramos 10, a las 10 de la mañana (esto último es un decir, una licencia poética dada nuestra impuntualidad de la que pocos escapan). Lo de 10 me recuerda a un libro que se titulaba precisamente “Eran 10” de un tal Konsalik y que narraba las aventuras y sobre todo desventuras de 10 comandos alemanes que pretendían asesinar a Stalin durante la IIGM; aquellos tíos le echaban arrestos (por no decir huevos) al tema y se jugaban el tipo en territorio enemigo, igual que todos nosotros nos jugamos el tipo en el BW cada sábado y especialmente este último. En fin, me dan ganas de darle cierto tinte bélico a esta crónica y me parece que lo voy a hacer, para eso la escribo yo y además creo que es acorde con lo experimentado el sábado pasado.
Tras apartar el agua que pudimos de los charcos empezamos nuestro peculiar partido, nada de cambios esta vez y sí más huecos para jugar dado que éramos sólo 10. Y nada más comenzar los blancos literalmente fueron a por el partido aprovechando que Jucho cumplía con el primer turno de portero coloreado; no contaban con su pundonor y colocación, ayudado por una defensa férrea a su alrededor, que logró contener la avalancha blanca de los primeros 10 minutos. Tras ese turno los coloreados nos estiramos un poco y las oportunidades menudearon en ambas porterías pero esta vez sí marcaron los blancos aprovechando un balón que todos creíamos se perdía por el fondo pero Emilio, con su nuevo aspecto sílfico (de sílfide, no de sifilítico, cuidado que no es lo mismo), alcanzó el balón, centró, dio en el palo y un blanco aprovechó el rebote para marcar. A ese gol se sumó otro más al poco tiempo, parecía que encarrilaban la victoria pero una buena jugada coloreada con remate fuerte cruzado de Dani supuso el 2-1 que devolvía la esperanza a los coloreados de mejorar el resultado. En esas estábamos cuando ocurrió lo que suele pasar cuando somos 10: Jucho se lesionó en un muslo, los masajes que le dimos con todo el mimo del mundo no lograron recuperarlo y tuvo que volver a ocupar su puesto de portero. Particularmente creo, aparte de los méritos blancos, que los tuvieron y demostraron, que este desgraciado infortunio mediatizó el resto del partido (y aun quedaba mucho partido, la mitad de la primera parte y toda la segunda). ¿Por qué lo afirmo? Pues porque a partir de ese momento tuvimos que tejer una red numantina o saguntina alrededor de nuestra portería, nuestro objetivo era evitar que los blanquecinos tiraran a puerta ya que nuestro portero estaba capitidisminuido. Con esa actitud tuvimos que desentendernos del ataque, quedarnos alguno siempre atrás cuando adelantábamos líneas para abortar posibles contragolpes blancos que nuestro portero no estaba en condiciones de afrontar puesto que casi no podía moverse. Los blancos marcaron dos goles más, los coloreados no tuvimos esa suerte o, mejor dicho, no acertamos con las oportunidades que tuvimos y finalizó la primera parte con un 4-1 que pesaba como una losa del Valle de los Caídos en el ánimo coloreado.
La segunda parte trae a mi memoria la gesta espartana en el paso de las Termópilas (bueno, lo que uno se crea, que la historia la escribieron ellos y no los persas. Para más información se recomienda la lectura del libro “Las puertas de fuego” –no recuerdo el autor- y, algo menos recomendable, la visión de la película de estética de gimnasio gay “300”). La portería coloreada se transformó en ese conocido paso y el equipo coloreado, con sus particulares espartanos encabezados por Jucho, cual Leonidas redivivo, blandió sus imaginarios escudos marcados con la lambda ante los malvados y blanquecinos persas que querían seguir haciendo sangre en el lacerado cuerpo de nuestro insigne portero. Los ataques desaforados blancos fueron detenidos y, ante la sorpresa de los persas blanqueados, hubo un contraataque espartano que, en un par de minutos, dejó el marcador en un esperanzador 4-3, tras la consecución por Albert de un par de goles en buenas jugadas con Luis y Dani. Pero el equipo coloreado estaba herido de muerte desde hacía muchos minutos, los maliciosos persas blanqueados ya habían encontrado el paso traicionero a través de las montañas y un tiro lejano y fuerte de Fernando aumentó su ventaja que se vio incrementada con otro gol más. Aun así Dani pegó un tirazo impresionante desde medio campo que el portero blanco no logró detener con sus manitas (algún reproche le cayó encima en forma de bocinazo), era un 6-4 que no supuso mucho cambio dado que poco después los blancos establecían el 7-4 definitivo.
Y ya está bien, que vaya hartura de escribir que me estoy pegando. Sólo quiero recordarle a los malvados persas blanqueados que, al año siguiente, Jerjes y sus miles de hombres cayeron ante una coalición griega en Platea y que los escudos con las lambdas encabezaban el ejército griego, de múltiples colores...menos el blanco. Y la historia siempre se repite...
INCIDENCIAS: lluvia intensa y copiosa justo la hora antes del partido y después de acabar, pero no durante el mismo, lo cual no sé a quién agradecérselo (seguro que alguien lo tendrá más claro). Campo encharcado para nuestra sorpresa (seguramente incapaz de absorber más agua tras tanta lluvia monzónica); Eduardo se hizo con un escobón y entre todos extendimos el agua de las zonas encharcadas y pudimos empezar nuestro partido sin mayor peligro. Ariadna, la única chiquilla que fue por allí, remató la faena limpiando el agua de las bandas mientras jugábamos, le sirvió de entretenimiento y a nosotros nos vino muy bien y se lo agradecimos, seguro que el resto de niños si hubieran ido también hubieran disfrutado con ese “juego especial” (hubieran acabado peleándose por coger el escobón...). Del agua caliente ni “flowers”, aun no está autorizada la instalación por industria, me dijeron que igual esta semana, pero conociendo como trabaja la administración, no me creo mucho. Esperamos la pronta recuperación de Jucho-Leónidas y que nos vuelva a deleitar con sus carreras. Ah! y en La Viña es verme el calvo bigotón y atenderme rápido, espero que siga así por mucho tiempo.
JUGADORES BLANCOS: Eduardo, Emilio Lora, Fernando, Álvaro y Fran Patricio.
JUGADORES COLOR: Jucho, Dani Gaume, Albert, Luis y yo mismo.
CÓMPUTO TEMPORADA 2009-2010: 7 VICTORIAS COLOR, 7 VICTORIAS BLANCAS, 1 EMPATE.
Jose Manuel.