RESULTADO:
6-5 (VICTORIA DE LOS MAYORCETES VESTIDOS DE BLANCO)
ESCENARIO: visitamos en esta ocasión las instalaciones de Hytasa, convertidas ahora mismo en nuestra sede provisional a falta de ver cómo evoluciona esta atípica temporada. La pista Nº 1 ha pasado de ser de aglomerado de piedra a una especia de moqueta/esparto, más beneficiosa para nuestras articulaciones, pero que actúa como una lija/estropajo en caso de caída o rozamiento involuntario. Muy seca, con demasiado agarre para nuestras zapatillas, sobre todo si se tiene algo de tacos. Si llueve y se humedece debe funcionar bien pero con 30º - 40º se transforma en una superficie basta que no es lo mejor para nuestro correteo. Esto es lo que hay, tendremos que habituarnos las veces que podamos jugar ahí.
LOS CONTENDIENTES: como sigue siendo nuestra triste tónica decadente, los habituales del GRUPO SÁBADOS FÚTBOL que estamos disponibles cada vez somos menos. El partido se pudo celebrar gracias a los buenos oficios y capacidad de persuasión de los que hace gala Manolo, el cual se movió para traer a un grupo de 6 chavales (veintipocos, no podían tener más) de los cuales, perdonadme pero estoy mayor, sólo recuerdo el nombre de Francisco, que ya había jugado en una ocasión con nosotros. La vieja guardia estaba compuesta por Miguel (como siempre pegado a una banda cual Peter Barness redivivo y veloz en sus subidas), Ale López (incansable e inconmensurable en su labor, cabeceador cuando le dejan), Robert (míticas sus cachitas y certeros sus pases en largo), Dani (auténtico muro de Berlín, infranqueable y atento a subir para machacar) y yo mismo (para mí no encuentro palabras, sólo que tenía mucho más del doble de edad que cualquiera de los chavales). En fin, jovencitos para un lado (traían hasta portero fijo y un cambio) y maduritos para el otro, vestidos de blanco para no confundirnos (salvo Miguel que lucía su camiseta bética).
¿QUÉ PASÓ?: al principio, lo normal y lógico. Nos replegamos los mayorcetes, en plan últimos de Filipinas, a verlas venir, y vaya si vinieron. A los 7 u 8 minutos perdíamos 2-0, nos entraban por las bandas y con pases al pie nos descolocaban hasta que entraron esos dos goles. Sin embargo, sí notábamos que la experiencia es un grado también en fútbol y que, poco a poco, íbamos entrando en juego y adaptándonos. Cortamos algunos pases y salíamos al contraataque, con un despliegue digno del Real Madrid; no teníamos la velocidad de los chavales pero sí los pases de los hombres ya curtidos en el fútbol y con mucha calidad en las botas. Ale marcó el 2-1 y, poco más tarde, de un espectacular cabezazo, puso el empate a dos. No nos quedamos ahí; el corte/pase rápido/despliegue por bandas pillaba a traspié a los contrarios, demasiado obcecados en entrar por el centro y los pases al área, y así me tocó recibir un balón delante y conseguir el 3-2. Dani se encargó del 4-2 y los chavales, que también jugaban y tenían sus oportunidades, no podemos negarlo, marcaron el 4-3. Ahí paramos tras 40 minutos, el calor empezaba a ser asfixiante y se trataba del primer partido de la temporada; además nuestro equipo estaba jugando al límite ya que perseguir o evitar que pasaran los contrarios nos exigía un esfuerzo titánico, rozando la épica y la epopeya. Los chavales también estaban cansados, ellos tenían un cambio pero llevaban tiempo sin jugar.
La
segunda parte podía suponer nuestro hundimiento dadas nuestras
limitaciones físicas pero esos 35 minutos finales fueron realmente
gloriosos, parecía que nos habíamos caído en la marmita de
Panoramix.
Continuó
el acoso de la chavalería pero no lograban batirnos, nuestra espesa
defensa y férrea disciplina no les dejaba maniobrar con claridad
para marcar. Hete aquí que llegó lo mejor, teniendo en cuenta las
alturas del partido: Miguel aprovechó una buena jugada para marcar
el 5-3 y yo mismo, tras un eslalón que me pareció larguísimo (ja
ja ja, no sería para tanto pero de un par de jugadores contrarios me
libré), batí nuevamente al portero profesional de los chavales,
logrando el magnífico 6-3. Incluso en mi caso, como se encargaron de
recordarme luego, tuvo un par de oportunidades muy claras para lograr
más goles pero creo que ya había cubierto mi cupo, con dos superaba
mis mejores deseos. Los chavales, espoleados por este marcador
inverosímil, redoblaron sus esfuerzos y, ante nuestro patente
agotamiento, consiguieron marcar dos goles (uno de ellos con un
empalme aéreo, de bella factura) poco antes del final.
Cuando
indiqué que faltaba un minuto para terminar, aquello se animó más
aun y quizás el marcador hubiera peligrado pero Dani, en un intento
de despeje, embarcó la pelota en el campo limítrofe y así acabó
el partido, dado que era imposible recoger el balón sin la llave del
encargado. Bendito final, Ale se tumbó en el suelo, Robert no podía
ni levantar la cabeza y los demás no sentíamos nada, más cerca de
la extrema unción que de demostrar signo de alegría alguno...en
fin, los chavales nos pedían revancha, ya veremos, jugar al límite
cansa mucho aunque demostrar que tenemos fútbol en las botas nos
enorgullece. Si los jóvenes leen esto, gracias por dejarse convencer
para jugar y competir como lo hicieron.
Jose
Manuel