lunes, 26 de octubre de 2015

(28/JULIO/2015) RÍO BOROSA: CAZORLA EN ESTADO PURO

CRÓNICA CAZORLEÑA: Siguiendo con las actividades senderistas veraniegas, esta vez tuvimos oportunidad mi hijo Jose Manuel y yo mismo de realizar una clásica ruta por la magnífica Sierra de Cazorla, incluida en el Parque Natural de Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Esta ruta es la del Río Borosa y nuestra idea era hacerla completa (unos 22 km aunque creo que fue algo más larga), desde la piscifactoría hasta la Laguna de Valdeazores. No obstante, completo es un adjetivo virtual en Cazorla porque allí nada se acaba, llegues donde llegues siempre hay posibilidad de continuar más allá, buscando nuevos retos. La fecha elegida coincidía con un martes, previendo menos afluencia de público para un sendero calificado como el más espectacular y vistoso de Cazorla por lo variado y singular de su recorrido.

CARTEL DEL RECORRIDO: IDA Y VUELTA HASTA VALDEAZORES SON 22 KM

En Arroyofrío, nuestro “campo base”, nos avituallamos debidamente para pasar un buen día de ejercicio y disfrute. Con el coche nos desplazamos a la Torre del Vinagre y, tras coger la indicación a la derecha, justo enfrente de la Torre, nos dirigimos hacia la piscifactoría del río Borosa, estacionando en un enorme aparcamiento preparado para estos menesteres. No había demasiados coches, era relativamente temprano (10:15 h) y un día entre semana, así que no hubo ningún problema en elegir sitio, pensando en que la sombra protegiese nuestro coche. El día iba a ser caluroso, como todos los de ese mes de julio de 2015.

UN SUBAFLUENTE DEL BOROSA, CON EL PLIEGUE EN FORMA DE "U"

Con nuestros bastones, la crema solar echada y nuestras mochilas empezamos nuestra ruta. Cambiamos el agua que llevábamos por la de una fuente justo saliendo del aparcamiento, muy fresquita y “buena” y ¡¡¡hala!!! a andar. Comenzamos a buen ritmo, con paradas para las primeras fotos. Una pista ancha nos conducía por la izquierda del río Borosa según se sube; este río, afluente del Guadalquivir, presentaba un cauce curioso para la época del año en que estábamos e incluso tenía algún subafluente que lo surtía con más agua aun. El ruido del agua, el relativo silencio de la sierra y la temperatura aun agradable nos confortaban y relajaban, incitándonos a seguir andando. Poco a poco, conforme el río se iba encajonando, el camino se estrechaba un poco pero seguía siendo perfecto y básicamente llano; gracias a los carteles descubrimos pliegues de las rocas muy evidentes que me retrotraían al instituto, a la asignatura de Geología. Allí estaban esos pliegues como símbolo de las enormes fuerzas de presión sobre las rocas y de la conformación de estas sierras.

LA CERRADA DE ELÍAS

Al rato alcanzamos el camino volandero de la Cerrada de Elías, esas pasarelas de madera que te conducen por encima del cauce del Borosa y en las que se acumulaba bastante gente, deseosas de gozar de un lugar umbrío y fresco, con el rún rún del río a sus pies. JM y yo nos dimos cuenta de que había mucho chancleteo y mucho bañador, no parecía que el personal estuviera muy preparado para marchar por la sierra. Efectivamente, tras pasar este espectacular pasadizo por el cañón del Borosa, tras unos 4 km de ruta, de pronto nos vimos solos caminando hacia nuestro siguiente punto de destino, la Central Hidroeléctrica. El camino sí se empinaba un poco pero eran cuestas tendidas en una pista forestal muy ancha, así que nuestro ritmo era bueno.

Paramos en esta humilde fuentecita para refrescarnos y aprovisionarnos de agua y continuamos a buen paso hasta alcanzar, ya sí, la Central. El cartel lo dejaba bien claro: 4 km a la Laguna de Valdeazores, nuestro destino final en esta excursión lineal, de ida y vuelta. Nos reaprovisionamos en la fuente de la Central y, esta vez sí, el camino se transformaba en una senda de cabras (y había unas pocas) que ganaba altura rápidamente, zigzagueando por las paredes de un cada vez más encajonado Borosa. 
 
El río iba quedando a nuestra derecha, allá abajo, bien lejos, y a nuestra izquierda unas enormes paredes limitaban nuestra visión. Subíamos y subíamos, de vez en cuando nos cruzábamos con alguien (“ya os queda poco” decía alguno) y el paisaje cada vez era más agreste y más serrano si se puede afirmar tal cosa. Llegamos al llamado Salto de los Órganos pero, al ser verano, era un saltito por el hilillo de agua que caía en lo que, en época de lluvias, debe ser una hermosa y alta cascada. 

 
ENTRADA AL TÚNEL CON EL CANAL DE LA CENTRAL A LA IZQUIERDA
Arriba se veían unos túneles y estaba claro que nos tocaría pasar por allí; subimos aun más por la falda de la montaña horadada y, al fin, descubrimos la entrada del túnel por el que deberíamos pasar. Por su interior transcurría un canal que llevaba agua para el salto de la Central, para generar energía eléctrica; en el borde derecho del canal estaba el estrecho y a veces oscuro sendero (con una barandilla, menos mal) por el que debíamos atravesar la montaña. 
 
VENTANA EXCAVADA EN LA ROCA PARA QUE ENTRASE LUZ EN EL TÚNEL
Con nuestra linterna avanzamos por esta simpar y original estructura (cada x metros había ventanucos horadados en la montaña que dejaban entrar la claridad de fuera) hasta desembocar, tras salir al aire libre, unos cientos de metros después, en la Laguna de Aguas Negras. Esta Laguna no deja de ser una presa construida en el Borosa desde la que se canaliza el agua hacia los túneles para dirigirla hacia la Central Hidroeléctrica; todo ello evidentemente forma parte de la antropización del paisaje. Eso sí, de agua negra nada; era un verde turquesa, espectacular y prodigioso, con una tonalidad que no te dejaba apartar los ojos, casi hipnótica. Las montañas la rodeaban y eso le proporcionaba más encanto.

LAGUNA DE AGUAS NEGRAS

Por error, todo hay que decirlo, giramos a la izquierda de la Laguna de Aguas Negras y llegamos, unos doscientos metros después, al nacimiento del río Borosa. Se puede calificar como simple pero extraordinario a la vez, tratándose de una región seca como la nuestra y en pleno estío; el líquido elemento brotaba en la base de un pequeño circo de piedra, rodeado de algunas encinas. Daban ganas de meterse en esa agua tan cristalina y helada para purificarte pero nos “contuvimos”, tampoco era plan de ponerse allí en bolas o calzoncillos aunque no hubiese nadie. Además un cartelón al inicio de la ruta ya indicaba que estaba prohibido el baño en toda la cuenca del río Borosa y eso había que respetarlo. Picamos algo y de vuelta a la Laguna de Aguas Negras para atravesar la presa y, esta vez sí, a la izquierda tomar el camino que, en un km nos llevaría a la segunda Laguna del día, la de Valdeazores.

NACIMIENTO DEL RÍO BOROSA

Si la primera Laguna era una presa, ¿por qué la segunda iba a ser distinto? Efectivamente, esta vez era una represa la que formaba la Laguna de Valdeazores en el arroyo homónimo, antes de dejar correr el agua hacia la Laguna de Aguas Negras. No obstante, ese pequeño detalle no menoscababa un ápice la espectacularidad y grandiosidad de esta solitaria Laguna de Valdeazores que, en ciertos momentos, recordaba la Laguna Negra soriana. 
LAGUNA DE VALDEAZORES

Bajamos hasta la orilla y descubrimos la muda de una serpiente y es que a veces se nos olvida que estamos en entornos naturales y que, aparte de los bichos humanos, están los otros también. Tras las clásicas fotos decidimos iniciar la vuelta tras unos 11 km; descubrimos también que, siguiendo la pista forestal, seguramente llegaríamos a algún sitio, lo que luego confirmé en internet. Es decir, este sendero se puede transformar en lineal sin vuelta aunque el problema, como siempre, es ¿quién te espera y recoge en el otro extremo? ¿quién, quién? Ja ja ja. De todos modos la vuelta merecía la pena por lo bonito, original y, sobre todo, porque iríamos cuesta abajo tras la subida desde la Central hasta las Lagunas.
BELLA LAGUNA DE VALDEAZORES
Tras dejar la Laguna de Valdeazores llegamos a la Laguna de Aguas Negras y se imponía el almuerzo en condiciones del día, ya eran las 15:30. Tras preparar nuestros bocadillos nos dispusimos a comer en un paraje idílico, a la sombra de un bosquecillo de ribera que nos protegía de ese día caluroso. Valga como ejemplo la foto del lugar:


LO DICHO, IDÍLICA Y ALGO MISTERIOSA LAGUNA DE AGUAS NEGRAS
Tras reparar fuerzas reanudamos la marcha. Dejamos atrás la Laguna, la presa, los túneles y bajamos hacia la Central, con un calor elevado pero no atosigante que para eso somos sevillanos ja ja ja . Eso sí, el agua se nos acabó y salvo un leve refresco en una pared que rezumaba el líquido elemento no encontramos nada más aunque sabíamos que en la Central nos esperaba un buen caño de agua.



Allí bebimos, nos mojamos de arriba a abajo y espantamos un par de cabras que querían compartir con nosotros este relax merecido. Ya rehidratados nos dirigimos hacia la Cerrada de Elías, volviendo a parar en la fuentecilla previa a llegar, toda agua era poca.

En este  momento de la ruta comenzaba lo que menos me gustó del día: el chancleteo y los bañadores e incluso neoprenos de por la mañana se habían transformado en gente, mucha gente, solazándose al sol y bañándose a cuerpo gentil en el río Borosa. Un auténtico Aquopolis. Llegamos a la Cerrada y aumentaba el número de bañistas. La gente seguía llegando en chancletas, con niños pequeños, abuelas, neveras y demás buscando el mejor sitio. Ni en Benidorm. Incluso alguno nos preguntó si quedaba mucho para la Cerrada una vez atravesamos ésta, yendo con toda la familia detrás para la particular piscina natural en la que se transforma el Borosa en verano. El cartel de prohibido que habíamos visto por la mañana era bien grande pero si no hay vigilancia no hay cumplimiento de normas, al menos aquí...
DE VUELTA POR LA CERRADA DE ELÍAS
Bañistas aparte, nosotros continuamos a lo que íbamos y sobre las 19:15 h llegamos a nuestro coche tras 9 horas de ruta y descansos. 

Una excursión preciosa, refrescante en medio de un verano sofocante, que en épocas húmedas debe ser aun más fantástica y además seguro que nadie da voces ni lo estropea mojándose los cataplines...

Y aquí la foto de los grandes héroes de la jornada, recortados en silueta je je je...


INFORMACIÓN BÁSICA SOBRE LAS FUENTES QUE SE PUEDEN ENCONTRAR EN LA RUTA (igual hay alguna más):
  1. Saliendo del aparcamiento de la piscifactoría.
  2. Enorme fuente tras 1,5 ó 2 km andando.
  3. Fuentes casi escondidas al principio de la Cerrada de Elías, a la derecha según se sube, con caños muy débiles.
  4. Fuente a la derecha tras finalizar la Cerrada de Elías camino de la Central Hidroeléctrica, a unos 1,5 - 2 km tras terminar la Cerrada.
  5. Fuente al lado de la propia Central Hidroeléctrica.
  6. A partir de este punto no hay ninguna fuente más aunque se puede coger agua en el propio nacimiento del río Borosa en caso de necesidad y seguro que está magnífica.
Jose Manuel

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