CRÓNICA VERANIEGA: en
un verano algo atípico me planteaba una serie de objetivos que cumplir,
entre los que se encontraba subir a la cima más alta de la Península
Ibérica. Hace 4 años no pudo ser, en 2014 tampoco y éste era el año.
Tras leer mucho y algunas cosas realmente buenas y partiendo de mis
experiencias anteriores en Sierra Nevada, decidimos "atacar" la cumbre
por su lado más clásico, desde Capileira. La fecha elegida era el 13 de
julio, un lunes, que nos evitaría ir en una romería hacia arriba al
eludir el fin de semana y que seguramente nos garantizaría una plaza en
el microbus del Servicio de Interpretación de las Altas Cumbres de Sierra
Nevada que, desde Capileira, te deja en el Alto del Chorrillo, a 2.690 m
de altitud, facilitándote enormemente la tarea.
JA
JA JA, expresado con sorna y lentamente. Llamé con 10 días de
antelación y me anunciaron, para mi horror y desazón más absolutos, que
de plazas libres nada de nada, todo ocupado. "¿No le interesan otras fechas?"
me preguntaron, con los hoteles ya reservados...A partir de ahí como
loco a buscar opiniones sobre la dureza de subir desde la Hoya del
Portillo, límite hasta el cual se puede llegar con vehículo propio (2.125 m de altitud y a 6,5 km del Alto del Chorrillo a los que
había que añadir la vuelta, otros 6,5 km, más la subida al Mulhacén,
claro). Lo explico mejor a continuación:
Desde Capileira subes con el coche a la Hoya del Portillo (13 km de pista forestal regular).
A partir de la barrera y andando son las siguientes distancias:
Hoya del Portillo (2.150m) - Alto del Chorrillo (2.690 m) = 6,5 km
Alto del Chorrillo (2.690 m) - Mulhacén (3.479 m) = 6,2 km
Mulhacén (3.479 m) - Alto del Chorrillo (2.690 m) = 6,2 km
Alto del Chorrillo (2.690 m) - Hoya del Portillo (2.150m)= 6,5 km
La subida y la bajada se nos ponían en unos acogotantes 25,4 km. Impactado me quedé. Leyendo descubrí gente que directamente había prescindido del autobús y, en unas 8 horas e incluso menos, habían logrado el objetivo (aunque viendo sus fotos, como que los veía preparados para estas subidas). La ventaja es que no dependeríamos del autobús, ni para subir, ni para bajar. Las desventajas, como se puede ver, muchas: el incremento de la distancia a caminar (13 km más), el tener que cargar con más agua (ni una mísera fuente en todo el camino, estábamos avisados) y el tener que subir con mi coche por una pista forestal durante esos 13 km (y bajarlos luego con el cansancio acumulado). Pero quién dijo miedo, nosotros no y decidimos afrontarlo con ganas e ilusión.
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VIRGEN DE LAS NIEVES. VELETA EN EL "TRIÁNGULO" |
El sábado 11 de julio, para entrenar, Marta y yo nos marcamos una más que clásica subida al Veleta (3.392 m) desde la Hoya de la Mora (2.500 m). No por eso deja de tener su dureza esta subida; la carretera siempre te puede echar una mano pero el aire enrarecido y el esfuerzo de subir un desnivel de casi 900 m te obliga a dar lo mejor de ti mismo. La hicimos a buen ritmo, no hacía mucho viento, nos tomamos nuestras viandas en plena cumbre (con decenas de personas más) y bajamos convencidos de que el Mulhacén también sería nuestro.
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VÉRTICE GEODÉSICO DEL VELETA (3392 M). AL FONDO MULHACÉN Y A LA IZQDA. ALCAZABA |
Y llegó el día D (13 de julio) y la hora H. Esto último es un decir porque siempre nos pasa lo mismo; intentamos salir a una hora pero no hay forma, nunca cumplimos. Estábamos alojados en Bubión y tiramos para arriba con el coche, atravesamos Capileira y pronto estábamos enfilando la pista forestal camino de la Hoya del Portillo. La subida tenía su aquél; algunos profundos surcos me obligaban a ir haciendo eses continuamente y hasta llegué a tocar con los bajos en alguna ocasión para mi mayor dolor y traspaso ja ja ja, como se denominan algunas cofradías. Desde luego por la velocidad a la que iba aquello era una auténtica estación de penitencia. Menos mal que fue una cosa leve y supuse que no le haría nada grave al coche, como así sucedió.
Por fin arribamos a la Hoya del Portillo y estacionamos el vehículo. Nos echamos la protección solar ya que el día prometía (este mes de julio fue calurosísimo y ese día hizo honor a esa temperatura febril), cogimos nuestros bastones y cargamos con nuestras mochilas, llevando 3,5 l de agua cada uno y las correspondientes provisiones para afrontar un día duro.
¡¡¡ A las 10:45 h empezamos a caminar !!! Un poco tarde, cualquier montañero que se precie está casi volviendo a esa hora y nosotros iniciábamos la marcha ja ja ja. Por supuesto no había nadie, el silencio nos envolvía. El camino sale tras la garita de la barrera y atraviesa un bosque de pinos, en continua subida, accesible. Esa parte, sombreada, está muy bien, el camino aparece muy marcado y no tiene pérdida alguna. Ese bosque se acaba y de pronto
"chocas" con la grandiosidad de los espacios abiertos de esta zona sur de Sierra Nevada. Sigues un cortafuegos a la derecha y llegas hasta el Mirador de Puerto Molina, con un montón de carteles que te indican los nombres de las cumbres que te rodean y desde el que se vislumbra el mar Mediterráneo, allá a lo lejos, y África en los días claros. Por aquí pasa la pista que sale de la Hoya del Portillo y conduce hasta el Alto del Chorrillo, nuestro objetivo intermedio antes de encarar la subida al Mulhacén. En todo el camino anterior no nos encontramos con nadie y aquí seguíamos solos. El sol ya apretaba y ese viento tan típico de la zona no aparecía por ningún lado, había una auténtica calma chicha, algo inaudito a tenor de las experiencias leídas en distintas WEBs y la mía propia en otras subidas en Sierra Nevada.
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CAMINO POR CASCAJAR NEGRO Y VÉRTICE PRADO LLANO |
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EL FAMOSO CARRIL DE SUBIDA HACIA EL ALTO DEL CHORRILLO |
Aquí vino nuestra variante particular de la ruta y que apenas he encontrado en otras experiencias de subida. Enfrente del Mirador de Puerto Molina salía una vereda marcada que nosotros decidimos seguir; la mayor parte de los senderistas continúan por el carril forestal hacia el Alto del Chorrillo pero nos dio la sensación de que daba demasiado rodeo y, en cierto modo, apostamos por esa vereda, que también tenía sus hitos de piedra y que ofrecía buena pinta. Acertamos de pleno; atravesamos, en ligera y continua subida, una meseta "aborregada" por esos matorrales tan típicos de la desolada Sierra Nevada, con vistas a la zona sur del Veleta y descubrimos un vértice geodésico que, hasta entonces, ni había oído nombrar (Prado Llano, 2.578 m). Le tenía que haber hecho una foto, dita sea!!! Como aun no me fiaba miraba de reojo a mi derecha para ver si veía el carril de subida que habíamos abandonado y ¡¡¡bingo!!! vi el techo del dichoso microbús verde a lo lejos, subiendo por la pista. Menos mal, íbamos por el camino correcto. Al fin y al cabo, no somos senderistas expertos ni montañeros avezados pero sí intentamos ser prudentes, al menos eso. Más adelante este camino pedregoso y desolado pero a la vez magnífico y abierto al cielo topaba con el carril para enfilar el aun lejano Alto del Chorrillo. Y llegamos, por fin, a nuestro virtual inicio si hubiésemos pillado plaza en el deseado microbús.
Aquí nos tocó hacer la primera parada del día para reponer líquidos, tomar algo y descansar tras los 6 km de subida. Me asomé al mirador de Trevélez y ¡¡¡por fin!!! vimos a alguien. En este caso un señor francés jadeante, sudoroso, encorvado y con una pinta de estar pasándolo regular por aquellas montañas. Nos dio a entender que iba hacia Trevélez habiendo salido del Refugio Poqueira y, antes de que tuviésemos oportunidad de ofrecerle agua o comida, desapareció como alma que lleva el diablo bajando hacia Trevélez, creo que buscando un aire algo más rico en oxígeno (o
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TREVÉLEZ ALLÍ, A LO LEJOS, EN SU VALLE |
un buen plato de jamón, vete a saber).
Tras el descanso, la continuación. Unos cuantos metros más adelante se abandona definitivamente el carril y se coge un camino bien marcado a la derecha que, por la loma del Mulhacén, nos conduce directamente a la cima. A estas alturas de la excursión y nunca mejor dicho, el tan temido y habitual viento seguía sin aparecer, fresco no hacía ninguno y la romería que siempre comentan en las distintas WEB's tampoco existía. De hecho en la siguiente foto no
se vislumbra a nadie salvo a Marta y ahí llevábamos ya un buen trecho de subida. Ese camino pronto se transformó en un continuo zigzagueo de subida, bien marcado con hitos de piedras como el que se aprecia en la misma foto en un primer plano.
Y ese zigzagueo por encima de los 3000 m cansa, el aire se enrarece, la subida agota y la cima cada vez parece más lejana. Pero con fuerza de voluntad se llega y el techo de la península está tan cerca que se te olvida el cansancio acumulado. Miras a tu izquierda y oteas la cima que hollaste hace tan sólo dos días, por fin tienes la oportunidad de ver el Veleta desde una perspectiva distinta y descubrir la laguna de la Caldera, como si un enorme meteorito hubiera caído hace un rato y la crease arrancando el agua a la montaña.
Y cuando por fin te topas con el vértice geodésico del falso Mulhacén o Mulhacén II ya sabes que la cumbre será tuya. Falta muy poco y el vértice geodésico del único y original Mulhacén está allí al fondo, esperándote, junto con algunas cabras y, esta vez sí, cuatro o cinco personas.
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CUMBRE DEL MULHACÉN, CON VÉRTICE GEODÉSICO AL FONDO (3478 M) |
Y por fin, a las 15:45 horas hicimos cumbre. Cinco horas entre paradas y caminata desde que dejamos el coche, unos 12 km y pico después. Lo alucinante: seguíamos en manga corta, nada de viento, ni frío, ni calor. Algo excepcional para esta cima peninsular. El que hubiera gente arriba nos vino bien para la clásica y típica foto en la cumbre; por cierto, nadie me había dicho que era necesario trepar un poco. Esto se lo callan ja ja ja, y encima con la "caidita" que hay detrás, algo que acogota un poco.
Las vistas pues se pueden imaginar, además en un día luminoso como aquel. Por fin vislumbraba la Laguna de la Mosca, la zona de Siete Lagunas, la Alcazaba a tiro de piedra, etc.
Allí estábamos, por fin, descansando y observando algunas cabras que eran las únicas que se quedaron para hacernos compañía porque los "humanos" desaparecieron. ¿¿¿ Todos se fueron ??? No. No señor. Apareció un señor equipado con lo justo (nada de mochila de última generación, ni de camiseta técnica, ni de goretex) que, aprovechando que andábamos por allí y que llevaba todo el día solo, empezó a hablar: 64 años creo recordar, había subido ese mismo día el Mulhacén desde el refugio de la Caldera, bajado a Siete Lagunas, subido por la loma a la Alcazaba, bajado nuevamente a Siete Lagunas y subido otra vez al Mulhacén, hallándonos a nosotros allí. Un superhombre nevadensis, auténticamente envidiable. Qué tío, nada que ver con el pobre francés jadeante y casi pidiendo la extrema unción.
En fin, este auténtico macho ibérico se largó y ya sí, las cabras y nosotros dos nos adueñamos de la cumbre del Mulhacén, para nosotros solos. Comimos plácidamente, con el sol picando y arrepintiéndonos de haber cargado con el forro polar y el gorro de lana para nada. A las 16:45 h abandonamos la cima, era hora de volver, muy tarde incluso según los expertos, pero el camino era el mismo que a la ida y si nos perdíamos siempre podríamos seguir el carril hacia Capileira y ya está. Sin embargo, no todo es tan fácil, siempre hay que ser prudentes y calcular los horarios dejando un margen más que razonable. Lo digo con conocimiento de causa; tras pasar en la bajada el Mulhacén II nos despistamos siguiendo los hitos y, de pronto, nos vimos abocados a un camino abrupto y peligroso que se dirigía hacia un cortado y, en un momento determinado, casi no podíamos avanzar pero no queríamos retroceder y cansarnos más. Paramos, razonamos debidamente y optamos por lo más conveniente y prudente: reconocer el error, volver sobre nuestros pasos y buscar nuestro camino original. Aquello nos costó 20 minutos pero fue lo mejor; localizamos los hitos de piedra de nuestro camino de subida y de bajada y a partir de ahí decidimos acelerar algo el paso, sin paradas para que la noche no nos pillase, dejando un margen por si volvíamos a equivocarnos. No hubo más errores y la vuelta, a buen ritmo, transcurrió bien, llegando a la Hoya del Portillo a las 20:45 h. Por el camino pasamos junto al microbús que esperaba a algún excursionista despistado en el Alto del Chorrillo y me dio la impresión de que creían que éramos nosotros; cuando pasamos a su lado estuve tentado de decir que nos llevasen hasta nuestro coche pero no. La satisfacción de acabar donde empezamos sería nuestra.
En definitiva, una super excursión larga y cansada, con ese kilometraje que le añadió el no disponer del microbús de subida, pero que disfrutamos plenamente y que considero accesible, contando con la ventaja de que no hizo viento y el tiempo nos acompañó tanto subiendo como bajando. Bonita subida que te satisface por el logro obtenido, como nos relataba ese superhombre cuyo nombre no sabemos pero que es todo un ejemplo a seguir.